domingo, abril 03, 2005

Juan Pablo, Juan Pablo.

Sí, saturadísimo ya de la muerte del Santo Padre. Realmente no es que haya visto mucha televisión (y eso que he podido porque como profeticé mi fin de semana de desfase total ha quedado reducido en el "plan tranquilo" del humanistas way of life (de todas maneras el Estar Café está muy bien, y siempre es reconfortante reencontrarse con los humanistas), pero con ver un poquito ya te empapabas de lo buenísmo que era este hombre y de lo que el mundo ha perdido.
LA gente es muy, pero que muy propicia a mezclar el no desear la muerte a nadie con el reconocimiento de la bondad universal para toda persona que fallece. Da igual quien sea el fallecido ni en que circunstancias, siempre sacan a los vecinos. a los familiares y a los analistas más específicos diciendo que era una buena peronsa, un a personalidad apabullante o el preferido de la prensa española: un estadista. Una cosa es que nadie se merezca la muerte, y otra que por el hecho de morir todos los supuestos pecados del difunto sean olvidados.
En el caso de Juan Pablo II, a mí hay algunas cosas que me duele no ver cuando estos días se relata su vida. Estamos ya casi diez años acostumbrados a ver aquí al bueno de Juan Pablo de viaje por todas partes, de ancianito sacrificado llevando el crucifijo como un mártir en el Vía Crucis por el Coliseo romano, besando a todos los niños posibles, besando el suelo de los más remotos y míseros países africanos. Pero esta imagen de abuelito dime tú, no debe hacernos olvidar que el ámbito social y moral el pontificado de Juan Pablo II ha supuesto una total involución en las tendencias que Juan XXIII y Pablo VI habían introducido en el VAticano II (la mujer, la autonomía de las iglesias nacionales, la no interferencias en asuntos políticos, la condena total de la homosexualidad, de los anticonceptivos...), pero bueno son temas morales y teológicos sobre los que desde luego tiene todo el derecho a imponer su opinión, para eso es la cabeza eclesial.
Lo que para no es tan admisible de librarse de crítica son las desvergonzadas muestras inhumanidad y falta de respeto que ha cometido con su obsesivo anticomunismo. Realmente el anticomunismo de Juan Pablo resulta explicable desde luego, ya que le toco suifrir el estalinismo de joven en el sur de su Polonia natal. Así, cuando el el arzobispo de San Salvador Óscar Romero fue a verle y le expuso la situación que imperaba en su país con un gobierno terrorista agrediendo a la población civil, tras escucharle (en principio con atención) sólo le dijo "Cuidado con el comunismo". Romero le contesto que "Santo Padre es que lo que llaman comunismo en mi país no tiene nada que ver con lo que hay en vArsovia o en Moscú". Y el Papa le remató con "Ya, ya, pero cuidado con el comunismo". Pocas semanas después Romero era asesinado por orden de los generales salvadoreños al día siguiente de haber pronunciado en el sermón dominical "En nombre de Dios, cesen la represión". El último favor que el bueno de Juan Pablo hizo a Romero fue designar como sucesor al frente del arzobispado metropolitano de San Salvador al obispo castrense del ejército salvadoreño, e l aseisno de Romero y de otros miles de seres humanos.
O recordar la visita de Juan Pablo a Chile donde INSISTIÓ en dar la comunión personalmente a Augusto Pinochet sin importarle para nada lo que había pasado y pasaba en Chile, y sin ningún tipo de problema ético en al mismo tiempo estar excolmulgando o condenando al silencio a los portavoces iberoamericanos de la teología de la liberación.
O aquella vez, creo que en 1984 donde en una misa campal en Managua en medio del sangriento conflicto centroamericano se nego a una plegaria por las víctimas de la Contra provocando al por otra parte catoliquísmo pueblo de Nicaragua y contestando con gritos de " Silencio" a las demandas de la muchedumbre acerca de una petición por la paz. El Papa fue a Mangua únicamente a provocar, y salió trasquilado, culpando al gobienro "comunista" de Nicaragua de lo ocurrido.
TAmbién recordar su responsabilidad en los escandalos financieros de la Banca Ambrosiana (un Gescartera multiplicado) y el obispado de Nápoles. El encubrimiento del escándalo de la Guardia Suiza con el asesinato del oficial máximo y su mujer.
También el amparo a los diversos sacerdotes argentinos que violando el secreto de confesión denunciaron a diversos izquierdistas a la dictadura de los generales Viola, Videla y Massera.
Desde luego que me estoy fijando en lo malo, pero es porque me molesta que sea lo que se obvie, cuando este papa ha tenido errores muy gordos, y sé perfectamente que estoy condicionado por mi educación secundaria en los Jesuitas, siendo precisamente la Compañía de Jesús la tradicional orden más vinculada al solio pontificio la que ha visto como era obviada de nombramientos y decisiones por un Papa que por otra parte ha potenciado a agrupaciones tipo OPus Dei como Comunión y Liberación, designando como cardenales a piezas como el ARzobispo de Lima (opusiano declarado) que reconocío que durante la crisis del secuestro de la embajada de Japón en el Perú a mediados de los 90 por los indígenas tupacamaros, no le importó violar éticamente su condición de mediador neutral accediendo a que la policia de Fujimori introdujera micrófonos y microcámaras en el crucifijo que portaba al cuello (sacrilegio total).
Y así seguiría con algún que otro apunte más, pero no es por cansar, sino porque cuando muere alguien me gustaría que se le enjuiciase correctamente. Sin duda en las formas y en algunos aspectos éticos este Papa ha tenido aciertos, pero sus errores también debern recordarse a fin de que su figura histórica se contemple en toda su extensión y no sólo en una parte sesgada.
Uapero D. (así, en plan humanista rallado).

2 Comments:

Blogger Isabel said...

Me alegra saber que, a pesar de los estudios de Documentación, el espíritu humanista perviva en ti. Desde mi perspectiva como periodista, debo decirte que los medios de comunicación han encontrado un filón en la muerte de Juan Pablo II, puesto que así se evitan tener que buscar temas para los telediarios por lo menos en una semana y se ahorran todos aquellos reportajes de relleno para ocasiones en las que la actualidad les sea menos benévola.
Todos esos maravillosos reportajes que estamos viendo llevan unos tres años en espera de ser emitidos, tan sólo retocados en ocasiones para añadir alguna única anécdota.
Creo que sabes que soy cristiana aunque no demasiado practicante pero el Papa me caía bien. Supongo que es un error de los medios no mostrar la cara menos amable de su pontificado pero, supongo, que mientras que una persona está todavía de cuerpo presente resulta un tanto inadecuado sacar sus defectos y sus errores.
Espera a que sea elegido el nuevo Papa y veremos cómo son las comparaciones. Sé que la respuesta fácil es que son odiosas y que siempre es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Lo único que verdaderamente espero es que el Espíritu Santo guíe adecuadamente al cónclave y que su elección sepa adaptar a la Iglesia a los tiempos en los que vivimos.
Esa rigidez eclesiástica no es demasiado cristiana.

4/4/05 15:52  
Anonymous Anónimo said...

Para aquellos que están en contra de la prensa gratuita, ayer en el 20 minutos publicaron un artículo: "Juan Pablo II, el gran reformador, el gran retrógrado". A mí también me parece ligeramente más objetivo.

5/4/05 10:00  

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